El arquitecto argentino Clorindo Testa, responsable de la ampliación y remodelación del Museo Nacional de Artes Visuales en 1970, hace de este edificio un ejemplo más de la arquitectura brutalista, tendencia que floreció entre 1950 y 1975, caracterizada principalmente por el uso expresivo y racional del hormigón. En la obra «Béton brut» (cuyo nombre remite a la expresión de origen francés «hormigón crudo»), los colores primarios que Testa eligió para los paneles de la fachada se viran —en estricta correspondencia tonal— a una paleta de grises, resaltando así la fuerza y la «verdad» de los materiales.
Béton brut, 2018
Intervención en fachada del MNAV
20 x 6 mts