Gracias al predominio visual de los grandes «bloques» o conjuntos de cuadros, Uribe logra construir, mediante seis núcleos severamente diseñados, un nuevo paisaje tridimensional de carácter museográfico, alterando la perspectiva y los itinerarios de miradas habitualmente convocadas por una pintura de «paisaje». La ventana funciona aquí como marco geométrico que impone límites a la mirada, pero que además condiciona todo el proceso compositivo del artista desde «fuera» hacia «adentro».

Tales controversias potencian la intervención de Uribe como un acto de manipulación de obras, y como un cuestionamiento a los valores de «coherencia» y radicalismo doctrinario divulgados por las vanguardias geométricas del modernismo. Se trata de un montaje que autolegitima la convivencia de criterios estéticos que habrían sido considerados antagónicos e imposibles de conjugar, por ejemplo, en la doctrina neoplástica de 1920.





Entre dos luces, 2006
Instalación con obras del acervo
Museo Blanes
Fotografía: Rafael Lejtreger