Partiendo de un título basado en un refrán «invertido», se enfrentan en un ángulo cóncavo de la sala dos momentos recurrentes en la «pintura de marinas» —la tempestad y la calma—, negando así al espectador la posibilidad de observar el conjunto desde un único punto de vista. El tema del doble —complementario y opuesto—, y la relación tiempo cronológico-clima, son explorados en estos paisajes de mar abierto, a la vez que se llama la atención sobre un género poco exhibido en las salas montevideanas, máxime cuando el propio acervo del Museo Nacional de Artes Visuales cuenta con más de un centenar de obras de destacados artistas que se interesaron en el tema.





Luego de la calma vendrá la tormenta, 2018
Instalación con obras del acervo del Museo Nacional de Artes Visuales
Medidas variables

Fotografía: Rafael Lejtreger